ENTREVISTA AL ESCRITOR FELICIANO PADILLA
Por Mario Guevara
MARIO: Escritor Feliciano Padilla, ¿Qué le pareció la presentación de su libro “Amarillito amarilleando” en la ciudad del Cusco?
FELICIANO: El I.N.C. del Cusco y “Sieteculebras” han realizado una labor encomiable. La organización ha sobrepasado mis expectativas y la del público en general. Aprovecho la ocasión para agradecer a estas instituciones que me han auspiciado. Igualmente, agradezco a los escritores cusqueños Luis Nieto Degregori, Pedro Gómez y Mario Guevara, que han hecho una exégesis de alto nivel acerca de “Amarillito amarilleando. Creo que la presentación ha sido todo un éxito.
MARIO: Y ahora ¿qué viene? ¿Quizá una novela?
FELICIANO: Escribir una novela no me quita el sueño, ni me vuelve loco. Soy narrador de cuentos y estoy estudiando y trabajando duro para merecer ese título. Mi espíritu de síntesis y mi vocación lúdica se ajusta mejor al cuento que a la novela. Me agrada jugar con el lector y prepararlo poco a poco para sorprenderlo al final del texto con algo inesperado. El cuento, como sabes, es un género muy difícil, un género endiablado como lo llama Gabriel García Márquez y le tienen mucho respeto novelistas de primera talla como Gabo, Vargas Llosa, Bryce Echenique. No te olvides que Julio Cortázar dijo: “La novela debe ganar por puntos y el cuento por K.O.” Quizá escriba una novela, alguna vez. Jamás debe decirse “de esta agua no beberé”
MARIO: Has logrado dos menciones honrosas en el Premio Copé de Cuento de 1992 y 1996 y has obtenido el segundo premio del VIII Concurso Nacional de Cuentos de la Conferencia Episcopal de Lima, aparte de otras distinciones. Estás considerado en unas cinco o seis antologías nacionales de cuento ¿Qué representa todo esto para ti?
FELICIANO: En lo personal, un estímulo muy significativo. Pero, hay no está su valor, sino en lo que significa para Puno y Abancay. Para los pueblos marginados de los Andes, estas distinciones son motivo de orgullo. Bueno, son pequeños lauros con que corono sus frentes, porque realmente amo a Puno y Abancay.
MARIO: Te hago una pregunta difícil ¿Eres de Puno o de Abancay?
FELICIANO: En Puno asumí mi oficio de narrador. En los 33 años que vivo en Puno, he asimilado su cultura, su concepción del mundo y de la vida, sus tradiciones, sus costumbres; ahí están mis amigos, mis hermanos poetas, mi esposa, mis hijos, mi casa; finalmente, mi trabajo. Todo esto tenía que trasuntarse en literatura y lo hice. Por otra parte, viví mi niñez y adolescencia en Abancay, la tierra natal de mis padres. Abancay me marcó para siempre. No nací en Puno ¿Cómo me hubiera gustado nacer en la tierra de Alejandro Peralta? No nací en Abancay ¿Cómo me hubiera gustado nacer en la tierra de Arguedas? Es que nadie escoge donde nacer. Nací en Lima donde permanecí hasta el año de nacido. Por mi concepción del mundo y de la vida, por mis costumbres y mi lenguaje, no puedo decir que soy limeño Al final, el nacimiento es un accidente. Mi corazón está partido entre el Pachachaca y el Titikaka.
MARIO: ¿Podrías decirnos sintéticamente cuál es tu método de hacer cuentos?
FELICIANO: El cuento es fruto de todo un proceso creativo. Tiene varios momentos, uno de concepción; otros, de incubación, maduración, nacimiento y depuración. El cuento nace en cualquier momento inesperado, no exactamente cuando uno está inspirado; puede ser en el café, la calle, una fiesta, la universidad, un salón de clases, el billar; es decir, allí donde está la gente. Un narrador, por eso, tiene que salir a la calle, ir al mercado, ir al café, salir de su enclaustramiento y ser un gran observador. En estos espacios nace la idea de la historia que debes apuntar en algún cuadernillo de notas y, si no hubiera, aunque sea en un pedazo de papel higiénico. Esa idea con el correr de los meses va tomando forma en el cerebro, expandiéndose y configurándose en una estructura. Quizá sea necesario memorizar la historia y contarla a los amigos. En ese estado de cosas va madurando con las conversaciones y con las adiciones que tú mismo vas incrementando a la historia para darle un tono festivo, nostálgico, épico, romántico, a fin de que el lenguaje se adecue a ese tono. Luego viene la primera versión del cuento. Hay que dejar reposar el cuento en esa primera versión mucho tiempo. El tiempo le hará mucho bien, como hace bien al vino para sea exquisito. Después de ese largo tiempo, leerlo de nuevo para saborear lo que has producido. Luego viene la fase de la depuración, vale decir de la corrección en cuanto a la estructura, a los personajes, al lenguaje, a la atmósfera, al ambiente y a la adopción de las técnicas más apropiadas para jugar con el lector. Este proceso de corrección puede durar meses o años. En conclusión, no es fruto de un momento de inspiración y que puedas publicarlo al día siguiente de haberlo escrito.
MARIO: Se dice que la informática, el Internet, la globalización en general, están afectando a la literatura, cuyo futuro es trágico, por decir lo menos. ¿ Qué opinión tienes al respecto?
FELICIANO: La literatura es el patrimonio espiritual más importante de la humanidad. Ha tenido y tiene una posición privilegiada en la sociedad porque su conocimiento engrandece el alma, enriquece la cultura de las personas que la leen, sensibiliza al hombre para que sea capaz de ver más allá de sus narices y conocer el alma de su pueblo y establecer relaciones de reciprocidad, fraternidad y amistad con sus semejantes. La literatura y, el arte en general, se han convertido en este momento, en el medio más seguro para humanizar un mundo deshumanizado y robotizado. Es cierto, los literatos y los gustadores de literatura somos una minoría, una “gran minoría” como dice Vasgas Llosa. Y seguiremos siéndolo. De eso no hay que preocuparse. Lo que nos preocupa es la literatura descartable, llamada ligth, que la globalización está imponiendo en el mercado. Creo que la educación debe contribuir a discriminar esa literatura anodina de la obra de arte.
MARIO: Tenemos mucho para conversar, pero el espacio de FORMA, dirigida y editada por Manuel Gibaja es limitado. Te haré dos preguntas más.
FELICIANO: Comprendo, Mario. Adelante.
MARIO: ¿Mario Vargas Llosa o José María Arguedas?
FELICIANO: José María Arguedas es el más grande novelista peruano de todos los tiempos y Vargas Llosa es uno de los más grandes narradores contem poráneos en lengua española y en cualquier otra lengua. Soy admirador de ambos narradores peruanos.
MARIO: ¿Puedes decirnos los nombres de cinco obras que más te han impresionado en tu vida de lector de novelas?
FELICIANO: Es difícil la tarea, no obstante ensayaré la siguiente relación: “El Quijote” de Cervantes, “Ulysses” de James Joyce, “La montaña mágica” de Thomas Mann, “El nombre de la rosa” de Umberto Eco y “La guerra del fin del mundo” de Vargas Llosa.
MARIO: Gracias, Feliciano.
FELICIANO: A ti las gracias. Un abrazo para Manuel Gibaja.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
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